martes, diciembre 31, 2013

Hablando de clichés...


Si, lo dicho, es un cliché completo...pero hay que reconocerlo, lo predecible de la vida le impone cierto orden -sin exagerar-; así que aquí estoy, haciendo mi recuento quizá también un poco para compensar lo abandonado que he tenido a este blog a últimas fechas porque a veces eso de vivir se interpone con aquello de contar lo que uno vive. Quizá es que uno con el tiempo deja de evaluar los años por los sucesos, quizá es que algunos dejamos de contar los días por lo que compramos o por el dinero que ganamos y empezamos a juzgarlos por el aprendizaje de vida, por los compañeros de este viaje con boleto solo de ida, por los escalones que se suben o se bajan en la escalera de la conquista de la 'humanidad' a la que todo ser humano debería aspirar.

En ese sentido, creo que pocos años me han enriquecido tanto como este para comprender que las injusticias deben combatirse aunque no sean en contra tuya, aunque no sean en contra de los tuyos [como dijo el Ché alguna vez, esa es la cualidad más linda de un revolucionario]; que aunque haya personas que no entiendan tu lucha esta es válida si viene acompañada de ideales, de sueños, de deseos del bien común y completamente despreciable si se desprende del deseo mercenario de servirse a si mismo, de entregarse al mejor postor en aras de beneficio personal y a corto plazo, que diseccionando revoluciones y movimientos sociales siempre encontraremos los dos tipos de persona, que el verdadero reto está en no convertirse en parte del abismo mientras uno lo combate, en no convertirse en un tirano para derrocar a otro, en distinguir y respetar la delgada línea entre la lealtad y la complicidad.

Aprendí también que las luchas son más poderosas cuando llegan acompañadas del ejemplo y que nadie puede prestarle sus alas a otro hombre, que cada uno debe conquistar su propia libertad; que las cadenas mentales son más fuertes que las de acero y que aunque la vida es una constante resistencia no debe perderse la capacidad de asombro, la facilidad para encontrar lo bueno en los otros y la felicidad de las cosas simples.

Este año coincidí en este mundo con gente maravillosa con amor por las letras, el tejido, la música, la pintura, la fotografía, los otros -animales y personas-; gracias a mis amigos de La Prolectora (otro magnífico resultado de este año) tuve la oportunidad de leer acompañado, de estar en el Aleph (ese lugar donde puede verse todo, desde todos los puntos de vista) conocí mundos que no imaginé, autores, poesía, ensayos y descubrí que la literatura además de dar placer abre la conciencia a otras realidades o a la propia que muchas veces transitamos con ojos vendados y oídos tapados.

Que en la vida cargamos con un montón de cosas nocivas por tradición familiar, por aferrarse al pasado, por el orgullo, por el miedo al futuro o a mostrarnos débiles, por agradar a gente a la que ni siquiera importamos ni nos importa; que como aconseja -tácitamente- Jodorowsky en su Manual de Psicomagia, lo ideal es rescatar el sentido común y dejar de hacerse pendejo porque la magia está dentro, a veces en el corazón y otras en el cerebro.

Comprobé que así como las madres suelen recomendar la limpieza y el orden de las habitaciones para no extraviarnos ni perder de vista las cosas importantes, también es necesario hacer una profunda limpieza emocional; rascar las heridas si es preciso, revivirlas, sufrirlas para finalmente desprender el corazón de amores malpagados, de falsos amigos, de expectativas sobradas y de planes desahuciados para rescatar de entre todo, la dignidad y acaso la integridad para después hacer un inventario, no de las cosas que uno no tiene sino de las que si, porque ese inventario será el único que sirva para continuar con nuestro viaje, el maravilloso viaje de la vida.

Así que -al menos ahora librándome del cliché- no estoy aquí para desearles un excelente 2014, sino para decirles que este año que empieza mañana será -a pesar de las circunstancias- tan genial o tan jodido como ustedes hagan que sea.

Disfruta el viaje, haz que suceda...